LA similitud, la representación, la repetición, el confort, le repugnan a la idea de arte que habita en la horda. Ella solo ve belleza en lo molecular en lo imprevisible en el acontecimiento en la diferencia. Por eso no puede dejar de moverse, pero no entre lugares, sino entre intensidades. Nómades se inscribe en una larga exploración que el teatro y la filosofía iniciaron allí antes del propio Sócrates en los comienzos griegos, y hoy aparece aquí por un rato en una sala de Buenos Aires.De la mano de G. Deleuze (Creador de pensamientos), y S Beckett (Escritor de inventos), se reinaugura un modo de pensar y de actuar que convoca a los nómades de nuestro tiempo. El nomadismo que Deleuze nos invitaba a habitar no es un movimiento en el espacio sino un cambio de intensidades.
Nómades enfrenta ese desafío del pensamiento y lo lleva al espacio escénico. Como Deleuze, Gran Nómade, que nunca se movía de su ciudad, esta horda sin moverse del cuadrilátero a la que lo confina las reglas del espacio teatral buscan cambios, tipos, calidades y, cantidades de intensidades. Nos advierten desde el principio que esta búsqueda no puede ser individual es la búsqueda de un pueblo de un colectivo-Son agenciamientos, conexiones insospechadas que no dejan de plegarse y desplegarse .Lo maravilloso de Alicia no es el viaje son las conexiones que establece el sentido que cada una de esas conexiones inventa. Lo inesperado, lo imprevisible, lo intempestivo es condición de una vida artista .Para estos actores, estos músicos y estos teatristas y este publico Nómades es la ocasión, el intento de por un tiempo habitar estos cambios de intensidades.
El teatro es un lugar que nos posibilita explorar estas líneas para así retomar su compromiso con la producción de pensamiento .Estamos todos invitados a acompañar está experimentación.
OSVALDO SAIDÓN
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